No tengo ganas de explicar nada. Parece mentira que casi sea diciembre y que ya estén las luces puestas y encendidas. Dentro de poco vendrá el típico momento agónico melancólico depresivo en el que nos proponemos hacer balance de otro año más (otro año menos que dolerse de esta cruz). No tengo ganas de hacer balance, no tengo ganas de que pase nada de nada.

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